ETA y yo (II)
Ya estoy en la universidad (madre mía hace ya demasiados años de eso) estudio en la Escuela Politécnica de La Almunia de Doña Godina (EUPLA) vamos en un puebo de unos 4.000 habitantes y los mismos o más estudiantes.
Por geografía, y porque era y supongo que seguirá siendo, una universidad tremendamente mala pero con una nota de corte muy baja, había mucha gente de Pamplona, el País Vasco, y Aragón. Comienzo a vivir en una residencia, allí conozco a varios vascos, me hago muy amigo de ellos, especialmente de uno de ellos, era mi anaya (hermano en vasco) y el caso es que yo les llamaba "tribu" porque realmente son diferentes. No digo que ni peores ni mejores, pero después de esos años os aseguro que puedo reconocer a un vasco incluso sin llevar las gafas puestas, realmente son una tribu diferente.
No solíamos hablar nunca del tema, era algo incómodo para ellos, pues se sentían españoles, algo diferentes pero españoles y sobre todo se notaba mucho miedo. A pesar de estar fuera del País Vasco, a ninguno le gustaba hablar de ETA. Hasta que un día secuestraron a Miguel Ángel Blanco, y el país no hablaba de otra cosa, con lo que hablar de ello fue inevitable. Nadie quería que lo matasen, de hecho, incluso pensábamos que no lo harían que algo pasaría en el último momento, pero finalmente lo pusieron de rodillas en el arcén de una carretera y le pegaron 3 tiros. Comencé a hablar con mi "anaya" del tema, y me contó que él pasaba de esas movidas, que lo veía fatal, que estaba en contra de ETA pero el miedo hacía que pasase de todo. Según él, en Eibar (donde el vivía) había que tener cuidado, si alguien te pregunta por tu opinión seguro que te meterá en un lío. Puede ser o alguien del entorno de ETA para ver quién es afín y quien no, o alguien contrario a ETA, con lo que tampoco es conveniente que te vean hablar mucho con él.
Poco después tuve un compañero de habitación de Pamplona y viví un tiempo con 4 navarros: 2 de Villaba, 1 de Pamplona y 1 de Etxarri (el pueblo más radical de toda Navarra), uno de ellos era vecino de un concejal del PSOE. Realmente en su casa tenían miedo, ya habían lanzado varios cócteles molotov a su edificio, afortunadamente nunca se habían "equivocado", el resto al igual que Eduardo (mi anaya) pasaban del tema, aunque me contaron historias de que en su instituto de FP tenían que llevar cuidado. Había varios de HB que siempre la liaban, aprovechaban cualquier cosa para la "lucha urbana", mis compañeros simplemente se mantenían al margen.
Por esa misma época conocía una chica de San Sebastián que estudiaba medicina, Enara, ella me contó un chiste que se me quedó grabado.
¿Qué ciudad del mundo tiene la flota de autobuses más moderna?
San Sebastián, porque los queman cada 3 meses.
Al principio no lo entendí, y luego me contó que en Sanse, los pro-etarras tenían la costumbre de subirse a un autobús, echar a todo el mundo y prenderle fuego. A ella le había pasado al menos una vez, y me contaba como lloró de rabia, impotencia y sobre todo miedo, mucho miedo. No pueden hacer nada contra ellos, hay que callarse y mantenerse al margen.
Por esa misma época conocí a un escolta de Cascos (por entonces vicepresidente del gobierno y apunto de ser ministro de obras públicas). Este hombre había sido escolta desde 1.981 lo fue de Felipe González (y de su hijo) hasta más o menos el atentado de Aznar, nos contó que ese día pasaron cosas muy raras. Cambiaron a todos los escoltas, cambiaron el recorrido por donde él debía de pasar y había un cable de acero de varios centímetros de grosor por la calle que él tenía que pasar. Nunca sabremos lo que pasó en realidad, pero él decía que la gente de a pié no nos entaramos ni del 25% de lo que pasa en realidad con ETA. Además de esto lo que recuerdo de él, era mirar siempre el coche antes de salir (por si tenía alguna bomba) y llevar siempre la pistola cargada, llevaba viviendo así más de media vida, con lo que él lo veía normal pero a mí me impactaba que alguna vez que me llevó en su coche antes mirase a ver si había alguna bomba. Lo que más recuerdo de él era todo lo que se callaba, hablaba mucho pero madre mía lo que se callaba tenía que ser muy fuerte....
Bueno, y aquí termina mi relación con ETA, después me fui a Murcia y ya nuca más supe nada de ellos ni se me cruzó nadie más relacionado de alguna forma con ellos. Aunque un día leí en un periódico que detuvieron a un estudiante de La Almunia por pertenencia a ETA, me preguntaba si sería algún amigo mío, me parecería increíble poder haber vivido tan cerca de algún etarra. Eso sí de pronto descubrí porque jamás se mojaban en el tema ni a favor ni en contra, tenían mucho miedo. Probablemente alguno de mis amigos sabía que allí había etarras por eso sólo conseguí que el que era mi mejor amigo y estando a solas, me hablase alguna vez del tema. Me di cuenta del miedo que tienen, una simple opinión en la cafetería de la universidad o incluso en la sala de ordenadores de la residencia podía condenarles a ellos y su familia a vivir para siempre con miedo o incluso a morir.
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